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HE DE MORIR DE PIE, COMO UN PINO
Bajo tu recio y gigantesco tronco,
que mil años recuerda, aunque sin nombre,
mi sangre bajará hasta tus raíces
y, en mis venas, se hará verde tu sangre.
El zumo de la verde clorofila,
tendrá gotas de mí. Y en tu resina,
la sangre de mis venas, será savia.
En mi alma, tu vieja fortaleza,
pondrá, en viejo temblor, nuevo coraje.
Tú, brotarás de mí mil primaveras
y yo, contígo -en dignidad iguales-
moriré de pie, como morís los árboles.
Alphonso CARBAJAL
Las Navas, Agosto de 1995
En la Primavera del año 2006, un fuerte vendaval, derribó al viejo pino, arrancándolo de raíz del vientre de la tierra. Fiel a su destino, murió de pie. Y, con él, murió también algo de mí. Al ser aserrado electricamente, para determimar su edad, los técnicos forestales, calcularon 299 años.